El Deber, Santa Cruz, Bolivia: Joselin, una historia de valor y mucha solidaridad

El Deber, Santa Cruz, Bolivia: Joselin, una historia de valor y mucha solidaridad

Cecilia Dorado N. El Deber, Santa Cruz, Bolivia

La madrugada del 26 de agosto de 2005, la casa en que vivía quedó convertida en cenizas por el fuego, así como su vida misma. Joselin, que entonces tenía cinco años, quedó con el 70% del cuerpo quemado, en un incendio en el que murió su madre, Yaneth. Desde entonces han sido años de mucho dolor, cirugías y vergüenza, pues la mitad de su rostro también se desfiguró.
“Le rehuía a los espejos y apenas podía valerse por sí misma, ya que las graves quemaduras habían mermado la movilidad en sus brazos, manos, piernas, pies y cuello. No podía lavarse, comer, caminar, en fin, valerse por sí misma”, según describe un diario español. Y es que Joselin fue llevada hasta Valencia, España, en agosto de 2009, gracias al apoyo de la organización no gubernamental Menuts del Món.

LEER NOTICIA EN

 

Cecilia Dorado N. El Deber, Santa Cruz, Bolivia

La madrugada del 26 de agosto de 2005, la casa en que vivía quedó convertida en cenizas por el fuego, así como su vida misma. Joselin, que entonces tenía cinco años, quedó con el 70% del cuerpo quemado, en un incendio en el que murió su madre, Yaneth. Desde entonces han sido años de mucho dolor, cirugías y vergüenza, pues la mitad de su rostro también se desfiguró.
“Le rehuía a los espejos y apenas podía valerse por sí misma, ya que las graves quemaduras habían mermado la movilidad en sus brazos, manos, piernas, pies y cuello. No podía lavarse, comer, caminar, en fin, valerse por sí misma”, según describe un diario español. Y es que Joselin fue llevada hasta Valencia, España, en agosto de 2009, gracias al apoyo de la organización no gubernamental Menuts del Món.

 

LEER NOTICIA EN

 

Allí fue sometida a 13 operaciones. La última fue el 27 mayo de este año. El proceso ha sido difícil, pero tuvo un gran resultado, afirma Eva López, cirujana plástica del hospital universitario La Fe, que utilizó técnicas innovadoras.

Durante el primer año operó cicatrices, redujo tendones que habían crecido inadecuadamente, cubrió las zonas quemadas con sustitutivos dérmicos obtenidos de cultivos de piel y autoinjertos de la niña. También colocó un expansor del cuello para que Joselin pueda girarlo. La última intervención fue para reconstruirle la axila derecha y estirarle la piel de su ojo derecho para que pueda cerrarlo, ya que es el lado más afectado de su rostro.
Según López, las técnicas empleadas en España apenas dejan secuelas. En ese país se cultiva piel para este tipo de casos, en Bolivia aún no.
Josi, como le decían en el país ibérico, volvió a Bolivia el 21 de junio pasado. “Ha recuperado la sonrisa y tiene ganas de vivir. Todos aprendimos de su valentía”, dice Esther Roig, presidenta de Menuts del Món.

La menor, que el 1 de agosto cumpirá 11 años, reside en un hogar del Estado en Santa Cruz desde que sucedió el incendio, pues su padre, Sandro, un albañil, pidió ayuda porque no podía mantenerla en ese estado, ya que debía trabajar para atender a sus otros tres hijos.
En el hogar también destacan la fortaleza de Joselin. “Si yo fuera ella no sé si hubiese aguantado”, confiesa la hermana Angelina Cabrera, administradora del centro.
La menor a duras penas se está acostumbrando a usar a diario prendas compresivas en todo el cuerpo. Calza, camiseta, guantes, tobilleras y hasta mentonera que le cubre la cabeza para evitar que la piel crezca demasiado y las cicatrices acaben en ‘queloides’.
“Hace calor”, dice Joselin casi murmurando y es que debe usar todos esos protectores durante 23 horas al día. Durante la entrevista con EL DEBER, no tenía la mentonera puesta y pese a sus cicatrices en el rostro, hablaba de frente aunque con voz suave.
Ya le creció su cabello negro y lacio, y hasta un largo cerquillo que disimula parte de sus quemaduras.
Dice que ya puede agarrar el lápiz para seguir estudiando, se siente bien en el hogar, donde hay 96 niños albergados, y le gusta ayudar a los bebés.
También sonríe cuando habla de su papá que la visita de vez en cuando junto a sus hermanos y su madrastra. “Quiero volver a vivir con ellos”, dice esperanzada en que la ayuden a seguir su tratamiento, aunque son de escasos recursos.
Por ahora duerme aislada para evitar complicaciones en las heridas de su última cirugía. Como en el hogar solo acogen niños hasta los diez años, su futuro aún es incierto.

Le esperan varios años de más tratamientos
A Joselin les esperan años de diarias sesiones de fisioterapia y, si es posible, nuevas cirugías plásticas.
Todos los días asiste al Centro de Rehabilitación de Niños Quemados (Cerniquem), desde las 08:00 hasta casi el mediodía. Pasa por la fisioterapeuta, la sicóloga y la médica. Inicia su jornada con media hora de ejercicios de elongamiento y masajes para darle cada vez más flexibilidad a su cuerpo. Como está en pleno crecimiento, deberá seguir un tratamiento al menos hasta sus 18 años, explica la fisioterapeuta del centro, Jhoanna Soliz.
Esther Roig, de la ONG Menuts del Món, asegura que si Joselin necesita más ayuda se la volverán a dar, toda vez que la rehabilitación que se le hizo es ‘básica’.

Los más pequeños son las principales víctimas

Cada año, al menos 40.000 personas, entre adultos y menores, sufren quemaduras en Santa Cruz, desde las causadas por el sol hasta las provocadas por fuego, electricidad o líquidos calientes. Del total, la mitad tiene menos de 19 años y de ellos el 80% no llega a los cinco años de edad.
Eso significa que los más pequeños son los más propensos a las quemaduras, sobre todo los menores de dos años, según Carlos Vacaflor, el jefe del servicio de cirugía plástica reconstructiva y quemados del hospital de niños Mario Ortiz.
Este centro atiende anualmente a 3.000 niños quemados y realiza 550 cirugías. Incluso llegan pacientes de otras regiones del país. La primera causa de las quemaduras son los líquidos calientes; la segunda, el fuego; la tercera, la electricidad; y la cuarta, los sólidos calientes.
Los menores de cinco años reciben atención gratuita gracias al Seguro Materno Infantil (SUMI) y los demás pagan una suma mínima, según Vacaflor.
Para el cirujano plástico el problema no está en las cirugías de rehabilitación de la piel y los autoinjertos, sino en la terapia que debe seguir el paciente para recuperar la flexibilidad y evitar las llamadas ‘queloides’. Muchas veces no se la hace.
Este servivio solo lo da Cerniquem, el único centro especializado en Bolivia.

Cerniquem ya tiene pabellón de cirugías

La solidaridad ha permitido ampliar el Centro de Rehabilitación de Niños Quemados (Cerniquem). Pronto abrirá su pabellón quirúrgico para cirugías reconstructivas y reparadoras que no sean de alto riesgo.
Así lo confirmó Cioni de Alvarez, vicepresidenta del directorio de la institución creada por el Rotary Club Santa Cruz. El año pasado atendió a un promedio de 90 pacientes por mes y este año la cifra ascendió a 120. Realiza 700 consultas mensuales y casi en su totalidad son menores derivados del hospital de niños ‘Mario Ortiz’, explicó la administradora, Kelly Núñez.
La institución también cuenta con un taller donde confeccionan las prendas compresivas a medida de cada paciente, con tela especial importada de EEUU. El cobro por la atención y las prendas es mínimo.

Las cifras

20.000
Son las personas menores de 19 años que cada año sufren quemaduras leves y graves en Santa Cruz.

3.000
Es la cantidad de pacientes con quemaduras que atiende cada año el hospital de niños.

800
Son los pacientes del hospital que cada año necesitan internación por las quemaduras graves.

Tenga cuidado

Evite que el niño entre a la cocina o al área donde está prepando los alimentos.

No cocine ni manipule las ollas hirviendo con el niño en brazos.

Evite dejar artefactos eléctricos enchufados sobre mesones o mesas de planchar, el niño puede tirar el cable y el agua o los objetos
calientes caerán sobre su cuerpo.

Evite beber líquidos calientes con niños en brazos. Un bebé puede quemarse con un té o una sopa caliente.

Ponga ollas y sartenes en las hornillas posteriores de la cocina o con los mangos y asas hacia atrás y no hacia el borde.

No deje braseros ni velas encendidas mientras duerme.

 

 

Allí fue sometida a 13 operaciones. La última fue el 27 mayo de este año. El proceso ha sido difícil, pero tuvo un gran resultado, afirma Eva López, cirujana plástica del hospital universitario La Fe, que utilizó técnicas innovadoras.

Durante el primer año operó cicatrices, redujo tendones que habían crecido inadecuadamente, cubrió las zonas quemadas con sustitutivos dérmicos obtenidos de cultivos de piel y autoinjertos de la niña. También colocó un expansor del cuello para que Joselin pueda girarlo. La última intervención fue para reconstruirle la axila derecha y estirarle la piel de su ojo derecho para que pueda cerrarlo, ya que es el lado más afectado de su rostro.
Según López, las técnicas empleadas en España apenas dejan secuelas. En ese país se cultiva piel para este tipo de casos, en Bolivia aún no.
Josi, como le decían en el país ibérico, volvió a Bolivia el 21 de junio pasado. “Ha recuperado la sonrisa y tiene ganas de vivir. Todos aprendimos de su valentía”, dice Esther Roig, presidenta de Menuts del Món.

La menor, que el 1 de agosto cumpirá 11 años, reside en un hogar del Estado en Santa Cruz desde que sucedió el incendio, pues su padre, Sandro, un albañil, pidió ayuda porque no podía mantenerla en ese estado, ya que debía trabajar para atender a sus otros tres hijos.
En el hogar también destacan la fortaleza de Joselin. “Si yo fuera ella no sé si hubiese aguantado”, confiesa la hermana Angelina Cabrera, administradora del centro.
La menor a duras penas se está acostumbrando a usar a diario prendas compresivas en todo el cuerpo. Calza, camiseta, guantes, tobilleras y hasta mentonera que le cubre la cabeza para evitar que la piel crezca demasiado y las cicatrices acaben en ‘queloides’.
“Hace calor”, dice Joselin casi murmurando y es que debe usar todos esos protectores durante 23 horas al día. Durante la entrevista con EL DEBER, no tenía la mentonera puesta y pese a sus cicatrices en el rostro, hablaba de frente aunque con voz suave.
Ya le creció su cabello negro y lacio, y hasta un largo cerquillo que disimula parte de sus quemaduras.
Dice que ya puede agarrar el lápiz para seguir estudiando, se siente bien en el hogar, donde hay 96 niños albergados, y le gusta ayudar a los bebés.
También sonríe cuando habla de su papá que la visita de vez en cuando junto a sus hermanos y su madrastra. “Quiero volver a vivir con ellos”, dice esperanzada en que la ayuden a seguir su tratamiento, aunque son de escasos recursos.
Por ahora duerme aislada para evitar complicaciones en las heridas de su última cirugía. Como en el hogar solo acogen niños hasta los diez años, su futuro aún es incierto.

Le esperan varios años de más tratamientos
A Joselin les esperan años de diarias sesiones de fisioterapia y, si es posible, nuevas cirugías plásticas.
Todos los días asiste al Centro de Rehabilitación de Niños Quemados (Cerniquem), desde las 08:00 hasta casi el mediodía. Pasa por la fisioterapeuta, la sicóloga y la médica. Inicia su jornada con media hora de ejercicios de elongamiento y masajes para darle cada vez más flexibilidad a su cuerpo. Como está en pleno crecimiento, deberá seguir un tratamiento al menos hasta sus 18 años, explica la fisioterapeuta del centro, Jhoanna Soliz.
Esther Roig, de la ONG Menuts del Món, asegura que si Joselin necesita más ayuda se la volverán a dar, toda vez que la rehabilitación que se le hizo es ‘básica’.

Los más pequeños son las principales víctimas

Cada año, al menos 40.000 personas, entre adultos y menores, sufren quemaduras en Santa Cruz, desde las causadas por el sol hasta las provocadas por fuego, electricidad o líquidos calientes. Del total, la mitad tiene menos de 19 años y de ellos el 80% no llega a los cinco años de edad.
Eso significa que los más pequeños son los más propensos a las quemaduras, sobre todo los menores de dos años, según Carlos Vacaflor, el jefe del servicio de cirugía plástica reconstructiva y quemados del hospital de niños Mario Ortiz.
Este centro atiende anualmente a 3.000 niños quemados y realiza 550 cirugías. Incluso llegan pacientes de otras regiones del país. La primera causa de las quemaduras son los líquidos calientes; la segunda, el fuego; la tercera, la electricidad; y la cuarta, los sólidos calientes.
Los menores de cinco años reciben atención gratuita gracias al Seguro Materno Infantil (SUMI) y los demás pagan una suma mínima, según Vacaflor.
Para el cirujano plástico el problema no está en las cirugías de rehabilitación de la piel y los autoinjertos, sino en la terapia que debe seguir el paciente para recuperar la flexibilidad y evitar las llamadas ‘queloides’. Muchas veces no se la hace.
Este servivio solo lo da Cerniquem, el único centro especializado en Bolivia.

Cerniquem ya tiene pabellón de cirugías

La solidaridad ha permitido ampliar el Centro de Rehabilitación de Niños Quemados (Cerniquem). Pronto abrirá su pabellón quirúrgico para cirugías reconstructivas y reparadoras que no sean de alto riesgo.
Así lo confirmó Cioni de Alvarez, vicepresidenta del directorio de la institución creada por el Rotary Club Santa Cruz. El año pasado atendió a un promedio de 90 pacientes por mes y este año la cifra ascendió a 120. Realiza 700 consultas mensuales y casi en su totalidad son menores derivados del hospital de niños ‘Mario Ortiz’, explicó la administradora, Kelly Núñez.
La institución también cuenta con un taller donde confeccionan las prendas compresivas a medida de cada paciente, con tela especial importada de EEUU. El cobro por la atención y las prendas es mínimo.

Las cifras

20.000
Son las personas menores de 19 años que cada año sufren quemaduras leves y graves en Santa Cruz.

3.000
Es la cantidad de pacientes con quemaduras que atiende cada año el hospital de niños.

800
Son los pacientes del hospital que cada año necesitan internación por las quemaduras graves.

Tenga cuidado

Evite que el niño entre a la cocina o al área donde está prepando los alimentos.

No cocine ni manipule las ollas hirviendo con el niño en brazos.

Evite dejar artefactos eléctricos enchufados sobre mesones o mesas de planchar, el niño puede tirar el cable y el agua o los objetos
calientes caerán sobre su cuerpo.

Evite beber líquidos calientes con niños en brazos. Un bebé puede quemarse con un té o una sopa caliente.

Ponga ollas y sartenes en las hornillas posteriores de la cocina o con los mangos y asas hacia atrás y no hacia el borde.

No deje braseros ni velas encendidas mientras duerme.